Aprendiste

Para que contarte lo que ya sabes… Tu también estabas ahí, conmigo. Aprendiste a vivir sin mi. Pero lo mejor de todo es que aprendiste a vivir contigo.

Para ti, detrás de las letras

Me quedo aquí paralizada en esta noche, como tantas noches, callada, ocupando mi cabeza en las horas que pasan, contando lágrimas y obligando respiros, me quedo airada con las palabras en la boca, en el ojo del huracán, inmovilizada como un ave que le han cortado las plumas, con una auto impuesta camisa de fuerza, sabiendo que el manicomio está adentro, no afuera ni alrededor.  Y es en esta noche, que necesito que amanezca y que sea rápido. La situación es más compleja de lo que creía al principio, pues, el sueño no llega, la calma no calma y los ojos no se apagan.  Prometemos no pasar por esto de nuevo, lo habíamos jurado la última vez, lo habíamos decidido, habíamos…  y cuando ya estamos en el juego, apretamos deliberadamente el gatillo, nos salvamos por suerte, no por determinación y damos otra ronda más para bailar con la incertidumbre. Amigo lector, no crea que siempre soy tan melancólica, solo es una de esas noches que la persona se estanca por el miedo y la tristeza, por abandono y  frió, por pesimismo y cobardía. Pasa el día y llega la noche y ya ni el tabaco calma el pecho que se contrae, no hay caminos rápidos ni seguros para dejar de sentir tanta cosa junta. Y si uno se pone a hacer una lista de lo que siente, descubrirá sentimientos más complejos y si uno deliberadamente les hace caso omiso, se transformaran en monstruos que te sacuden apenas consigas un hombro amigo.

Entonces… ¿Qué hacemos?
Malabares con la cordura y contamos horas, ilusiones con frases desgastadas y contamos minutos,  te embotellas en sabanas por miedo a los malos pensamientos y contamos segundos.Entonces sumas, restas, multiplicas y solo te queda una división, un cociente de una cifra, un solo “uno”.  ¿Es que acaso, no solo se necesita “uno” para crear un caos? Y si… solo uno puede formar el caos. Usted debe entender, amigo lector, que en temas de pérdidas las cosas llegan a un punto donde no se puede correr, porque te desgarran tan adentro que los pies se hacen inútiles,  porque pisar duele y mucho, imagínese cuanto puede costar volar.
Este es el  dolor más verdadero que tiene la condición humana.  No hay nada peor que ese desatino del destino, esa oscuridad enfermiza, no hay nada más trágico que ese duelo salvaje y tortuoso, amigo lector. Y yo siento que no hay cosa que te haga crecer más que eso…
Quien lee detrás de las letras, no hay dolor más profundo que haberse perdido a uno mismo y si tiene suerte, a usted también le va a tocar y vera de que realmente está hecho.